Columnas

Tuesday, October 25, 2016

Gracias a la vida




 Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
 Ya llego a los 63 años y poco se diferencia mi existencia de más de seis décadas a la comparación idónea de un viaje en tren, con sus disímiles estaciones, cambios de vía, accidentes, sorpresas agradables y no tan atractivas.
Entre mis tristezas están mis padres, abuelos y tios quienes viajaban conmigo y un día se bajaron sin avisarme,  dejándome el vacío de su amor irreemplazable. Para mi dicha ya ocupaban asiento mis 5 hermanos, subieron  sobrinos, esposa, amigos y me ayudaron a continuar este periplo.
Pero la llegada de mis tres hijos fue uno de mis mejores arribos. Ellos supieron borrar mis grises y cultivaron, para siempre, la sonrisa perenne del optimismo más el futuro. Me han hecho inmensamente feliz con los dos nietos y sus realizaciones personales.
Si tuviera que enumerar mis éxitos pondría en primer lugar la familia que tengo, la salud, mis amigos (as), los del orden profesional, social, revolucionario y haber vivido en congruencia con lo que he creído.
Entonces, más que una felicitación de ustedes, debo agradecer por lo recibido y conquistado todo este tiempo, junto a la certeza de que el ascensor hacia el éxito no está disponible, tienes que usar las escaleras y subir peldaño a peldaño.
Con 5 años
No sé cuándo me bajaré, eso no está escrito en ningún lado, pero llegar a 63, es ya un viaje largo y merece decir: Gracias a la vida por haberme dado tanto.
 
En los 15 de mi hermana. Tenía 21 años





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