Columnas

Friday, January 29, 2016

#Martí: con sus virtudes y defectos


#Martí


Cuando García Marques escribió “El General en su Laberinto” llamó la atención de muchos su acierto de haber sabido desmontar a Bolívar de su caballo con significativa maestría, al reflejar la vida del prócer desde la cotidianidad, y así  abogamos que sea a la hora de hablar de Martí, defiende  la colega Hilda Pupo Salazar, quien desde el principio de la década del 90 del siglo pasado mantiene la columna Trinchera de Ideas, en el semanario ¡ahora!
La tendencia de referirse al Apóstol  como si estuviera,   siempre,   encima de un pedestal, lo aleja de quienes  tratan de aprender de su trayectoria, porque como hombre al fin fue ejemplar e imitable, pero no perfecto.
 La historia jamás es en blanco y negro, tiene sus matices y para enseñarla hay que conocerla y a la vez saber motivar. No es chismografía barata, ni disminuir sus verdaderos méritos, sino dominar las anécdotas e introducirlas en la narración de los acontecimientos, para hacer más atractiva  e interesante la clase.
Como dijo Portuondo, no se trata de humanizarlo tanto que lo veamos  como “un muchacho de barrio”, sino hacerlo persona con sus virtudes y defectos.
Lo que más sobresale en los años del Maestro fue su entrega a Cuba sin límites, sus dotes de líder revolucionario, su sapiensa e inteligencia, pero  aún así contarlo todo, como si no hubiera problemas,  no es ni tan siquiera acercarnos a la realidad, además, describir las adversidades por las que pasó añade  el valor del sacrificio para cumplir su gigantesca obra.
Es cierta la entrega de Martí a la Patria desde sus años de adolescencia y juventud, pero ahí  caben sus desencuentros  con el padre, las incomprensiones de Leonor y su esposa o  el agravio de sus amigos.
 Poco se comprendería por qué Martí escribe aquella dolida carta a Máximo Gómez en 1884 y abandona el plan revolucionario del Generalísimo y el Titán de  Bronce si no se conocen los intríngulis del encuentro.
Así le expresa:  “Salí en la mañana del sábado de la casa de Vd. con una impresión tan penosa, que he querido dejarla reposar dos días, para que la resolución que ella, unida a otras anteriores, me inspirase, no fuera resultado de una ofuscación pasajera, o excesivo celo en la defensa de cosas que no quisiera ver yo jamás atacadas,—sino obra de meditación madura:—¡qué pena me da tener que decir estas cosas a un hombre a quien creo sincero y bueno, y en quien existen cualidades notables para llegar a ser verdaderamente grande!
Y sigue diciendo “Pero hay algo que está por encima de toda la simpatía personal que Vd. pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente; y es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal…”.
Se entendería mejor la respuesta que dio a la carta de Enrique Collazo en 1892 de estrecharse las manos   dónde este quisiera aún sin esperar a la manigua, si se conociera las palabras ofensivas que este le dirigiera en esos años, a raíz de un escrito martiano sobe el libro A pie y descalzo  de Ramón Roa  y  el cual Collazo juzga superficialmente a  Martí y  le recrimina  con duros adjetivos, no haber hecho nada por su país. “Si de nuevo llegase la hora del sacrificio, tal vez podríamos estrechar la mano a usted en la manigua de Cuba, seguramente porque entonces continuará usted dando lecciones de patriotismo en la emigración, a la sombra de la bandera americana”.
 En aquella vergonzosa disputa hubo que designar a dos emigrados cubanos, para viajar a la Habana y  zanjar el desliz. Después Enrique Collazo fue uno de los más fieles amigos del Hombre que cayó de cara el sol, en dos Ríos y contribuyó sin reservas a su programa revolucionario.
Entre los porqués debiera incluirse la determinación de Martí al incorporarse a la lucha independentista de la Isla estando en República Dominicana, pese al deseo de que se quedara en Nueva York;  su pretensión  de viajar a Camagüey, donde se firmó la Constitución de Jimaguayú y cuáles fueron las verdaderas razones de su  muerte aquel 19 de mayo.
Un profesor no debe olvidar que se puede y debe enseñar a Martí no sólo hablando de directamente de su hermosa historia al servicio de la Patria, sino hacerlo con emotividad y un uso inteligente y profesional de las anécdotas.

No comments:

Post a Comment