Rodobaldo Martínez Pérez
Un año ya del histórico d-17 cuando Raúl Castro y
Barack Obama anunciaron al mundo el restablecimiento de relaciones entre La Habana y Washington, paso inicial para el desmonte del complejo entramado de una política hostil, cuyo
fracaso lo reconoce el mundo y hasta en la misma Casa Blanca..
Ese día llegaron a la Patria, Antonio, Ramón y
Gerardo, los tres antiterroristas que quedaban prisioneros en cárceles
norteamericanas, un sueño predicho por Fidel en el 2001, cuando dijo: “Los
Cinco Volverán”.
Al iniciar este 2016 varios son los pasos dados
dentro de los vínculos bilaterales:
Establecimiento de las relaciones diplomáticas, reapertura de embajadas en
ambas naciones de 20 de julio, rectificación de la injusta designación de Cuba
como Estado patrocinador del terrorismo, la cooperación en la seguridad aérea y
de la aviación; la búsqueda, el salvamento marítimo y aeronáutico; el
enfrentamiento al narcotráfico, la emigración ilegal, el tráfico de emigrantes
y el fraude migratorio.
Ocurren visitas de alto nivel y encuentros entre presidentes
y entre el Canciller cubano y el Secretario de Estado norteamericano. Como
expresó Raúl se abren nuevas áreas de cooperación bilateral sobre
temas de beneficio común, entre ellas la protección del medio ambiente,
la aplicación y el cumplimiento de la ley, la seguridad marítimo-portuaria y la
salud.
Suscribieron acuerdos sobre protección del medio ambiente
y el restablecimiento del servicio de
correo postal directo. El diálogo profesional y respetuoso prima, sin embargo, en la esfera económica-comercial apenas hay
avance.
Es real el
restablecimiento de relaciones, pero no un mejoramiento. Para que eso suceda
quedan asuntos cruciales por resolverse, como la eliminación del bloqueo, impuesto por Estados Unidos hace más de 50 años y la
devolución de la Base Naval de
Guantánamo
Existe un diálogo profesional y respetuoso, sobre la
base de la igualdad y la reciprocidad, independientemente el Gobierno de
los Estados Unidos mantiene programas perjudiciales
a la soberanía cubana, como los proyectos
dirigidos a promover cambios en nuestro orden político, económico y social,
con transmisiones radiales y televisivas
ilegales, para lo cual destinan fondos
millonarios cada año.
Con la vigencia de la Ley de Ajuste Cubano, la
política de pies secos-pies mojados, el programa de parole para médicos estimulan una emigración ilegal,
insegura, desordenada e irregular, promueve el tráfico de personas,
otros delitos conexos y genera problemas con terceros países, como lo que
sucede con los cubanos en naciones de Centroamérica que quieren llegar a
Estados Unidos todo lo cual
requiere resolverse para alcanzar una relación sosegada entre Cuba y Estados
Unidos.
Porque mientras
eso suceda, no habrá mejoramiento en los
vínculos. Obama apuesta por el cambio y hay que reconocerlo sus esfuerzos, pero
aún con sus prerrogativas ejecutivas, sus medidas son limitadas y entorpece su
aplicación. Mientras exista ese pasado,
no habrá normalización.
Lo que sí es
evidente es que Cuba, por complacer al Norte,
no hará concesiones en materia de soberanía. Como lo dijo
Raúl: “El derecho de todo Estado
a elegir el sistema económico, político y social que desee, sin injerencia de
ninguna forma, debe ser respetado”.
El 2016
puede ser el año del triunfo de la sensatez, porque la fruta jamás estará madura,
a pesar del genocidio más prolongado
de la Historia y es una obligación de los Estados Unidos eliminar
totalmente el bloqueo, sin condiciones si realmente quieren relaciones normales entre vecinos.
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