Neil Armstrong plantó en 1969 la bandera estadounidense sobre la superficie de la Luna |
Iroel Sánchez
Desde que Neil Armstrong plantó
en 1969 la bandera estadounidense sobre la superficie de la Luna ninguna otra
tela con barras y estrellas parece haber despertado más interés en los medios
de comunicación que la que desplegará en la reabierta embajada de EE.UU. en La Habana este 14 de agosto el
Secretario de Estado John
Kerry.
Cuando el presidente Barack
Obama reconoció el fracaso de la estrategia que durante más de
cincuenta y cinco años trató de aislar al gobierno cubano y anunció la hora de
comenzar a probar “algo nuevo” para conseguir los cambios que la política
fracasada no pudo lograr, estaba poniendo en práctica el pensamiento de John
Kerry.
Kerry, veterano de la guerra en Viet Nam
que fue herido allí y supo luego oponerse a aquel otro camino hacia la derrota
de EE.UU., tuvo en su largo ejercicio
como senador posturas bastante liberales, siempre en busca de eliminar aquello
que cree daña los intereses de su país y promover lo que pueda beneficiarlo.
Acabando de entrar al Senado, en 1984, fue un
cuestionador de la intervención norteamericana en Centroamérica y como cuenta
el periodista Robert Parry, quien destapó el escándalo Irán-Contras:
“fue casi el único miembro del comité del
Senado que exigió respuestas ante la emergente evidencia de que la Contra, con
el respaldo de la CIA, estaba llenando sus arcas al colaborar con los traficantes
de droga que en ese entonces saturaban las fronteras de Estados Unidos con
cocaína proveniente de América del Sur.”
En 2004, siendo candidato a la Casa Blanca,
declaró su oposición al bloqueo, cosa que Obama no hizo nunca durante sus dos
carreras hacia la presidencia. Como recordó hace tres años Sarah Stephens en el
Huffington Post, ante la posibilidad de que el primer presidente negro
en Estados Unidos lo nombrara Secretario de Estado:
“Él apoyó los derechos de viaje no sólo para
los cubano-americanos, sino para todos los estadounidenses. No le dio a la
administración Obama un cheque en blanco para
ejecutar los programas de cambio de régimen de la USAID en Cuba y levantó la
financiación cuando pudo. Fue un escéptico fiable de los millones gastados en
la difusión de propaganda contra Cuba – Radio y TV Martí – y de los asesores y
burócratas que crean la programación que muchos cubanos ni ven, ni oyen o no
les importa.”
Por posturas como esa la extrema derecha de Miami
lo odia y los “disidentes” que paga EE.UU.
en Cuba, a los que recibirá en una recepción en la residencia del encargado de
negocios de su nueva embajada, lo mastican pero no lo tragan.
No tienen motivos para ello. Kerry acaba de decir al periodista Andrés Oppenhaimer de
El Nuevo Herald de Miami que se mantendrá el accionar injerencista de EE.UU. en Cuba:
“continuaremos financiando los programas por
la democracia y otras cosas que hemos financiado en el pasado”
Es, sin embargo, mal augurio para el éxito de
tales programas hablar -justo antes de viajar a izar bandera estadounidense en
La Habana- con el autor de La hora final de Fidel Castro, Andrés
Oppenhaimer, quien ha pasado horas, días, semanas, meses, años y décadas
esperando lo que anunció pero no llegó.
La travesía para llegar al acontecimiento de este
14 de agosto ha sido más larga y tortuosa que la que llevó a la nave Apollo XI
a pisar el suelo del satélite natural del planeta Tierra. Pero a diferencia de
aquel suceso, el izamiento frente al malecón de La Habana no es precisamente
una victoria de la mayor potencia militar, económica y tecnológica de la
historia sino del pueblo cubano y de Fidel
y Raúl Castro, esos para quienes según
Hillary Clinton, la nueva embajada es una “amenaza”.
“¿Resistirá la Revolución una embajada de EE.UU. en La Habana?”, “¿qué va a pasar cuando
no haya bloqueo?”, son las preguntas que inundan por estos días los medios de
comunicación como antes fueron “¿se mantendrá el socialismo en Cuba si la URSS
desaparece?” o “¿qué va a pasar cuando Fidel no esté al frente del
país?”
Las respuestas no estuvieron nunca en Miami, ni
en los salones donde los diplomáticos estadounidenses en La Habana celebrarán
su decisión de hacer de la necesidad impostergable de cambiar la relación con
Cuba a la que los llevó la resistencia cubana, virtud norteamericana carareada
por la maquinaria mediática que amplifica su política.
Bienvenido, Mr Kerry, los una y mil veces
amenazados te saludan. Ojalá puedas -más allá de la prensa de Miami y sus
portavoces locales- conocer a quienes desde esta Isla han logrado que puedas
visitarnos, porque en la Luna no vive nadie pero en Cuba hay que contar con los
cubanos. (Publicado en CubAhora)
Publicado originalmente https://lapupilainsomne.wordpress.com/2015/08/13/bienvenido-mr-kerry/
No comments:
Post a Comment