Columnas

Saturday, July 26, 2014

Papel de la Juventud en el Moncada de hoy





Rodobaldo Martínez Pérez


El papel de la juventud cubana en la preservación de la Patria fue reiterada por el Comandante  Ramiro  Valdés Menéndez, asaltante del Moncada y orador de las palabras centrales en Artemisa, sede del acto nacional por los hechos del 26 de Julio de 1953.
El dirigente histórico dijo: “Hoy, la gran mayoría de los cubanos solo conoce estos datos por referencias y no por vivencias propias; pues nacieron después del Triunfo de la Revolución, cuando la realidad ya era otra. Por eso, no está de más recordarlos, pues los imperialistas, en sus trasnochados intentos de restauración capitalista y subversión ideológica, se empeñan en falsificar la realidad, dibujar unos supuestamente idílicos años cincuenta y convertir a un tirano despreciable en un prócer respetable.
…Esa unidad debemos preservarla  por sobre todo las cosas, pues estamos conscientes de que la lucha no ha terminado, solo ha cambiado la manera en la que pretenden destruirnos. Hoy se aplican formas no convencionales de guerra y se emplean las nuevas tecnologías como instrumento de subversión, teniendo como blanco fundamental a los jóvenes”.
El 26 de julio de 1953 la mayoría de los compañeros que nos agrupamos en las células clandestinas, precisó,  observando las medidas de seguridad y compartimentación indicadas por Fidel y Abel en el local del Partido Ortodoxo en Prado 109, apenas rebasábamos los 20 años. Éramos jóvenes que soñábamos con transformar la triste realidad imperante en la Cuba de aquel entonces.
La República de entonces no tenía nada que ver con la soñada por  aquellos jóvenes  de 1868 y 1895  representados en dos cimeras figuras Maceo y Martí. Durante décadas, el verdadero poder había estado en la embajada yanqui, para mancillar tanta sangre derramada por los mejores hijos e hijas de la Patria para conquistar la verdadera independencia que llegó el Primero de Enero de 1959.
Recordó el joven asaltante de la posta tres del cuartel Moncada: Los jóvenes de la Generación del Centenario, aunados por la prédica y la decisión de lucha de Fidel Castro, no dejamos morir a Martí. Aquel 26 de julio no fue un triunfo de las armas, pero fue una victoria de la moral y de la dignidad.
Es el Día de la Rebeldía Nacional,  subrayó, cuando los jóvenes cubanos fuimos consecuentes con los versos vibrantes del Himno Nacional y con el ejemplo de quien fue el autor intelectual de la acción.
Ahora el gobierno norteamericano destinó 197 millones 270 mil para programas dirigidos a desestabilizar el sistema político cubano entre 2001 y 2008 y,  durante la administración Obama, el Departamento de Estado  entrega anualmente 20 millones de dólares para financiar grupo hostiles al sistema político cubano dentro y fuera de la isla, con el fin de promover la llamada agenda para la democratización, con su mira principal en la juventud.
Son evidencias que la política de financiación para lograr lo que Washington denomina como un “cambio de régimen” en La Habana permanece intacta por parte de la administración del presidente  Nobel de la Paz.
Por eso es muy oportuno escuchar a Fidel cuando refiriéndose a la juventud, puntualizó: “Queremos que tengan el máximo de conciencia de su papel, de lo que pueden hacer por su país, de lo que pueden hacer por la Revolución, de lo que pueden hacer por su futuro.»
En ellas está implícita la posición asignada a esta parte de la vanguardia política de la nación y su responsabilidad con el futuro del país a 61 años de los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Céspedes, en Bayamo.
Estos tiempos que corren, cuando Cuba actualiza su modelo económico y social es fundamental reflexionar sobre la implicación  de nuestros jóvenes en los asuntos de la cotidianidad, siempre con la premisa del concepto fidelista de Revolución de cambiar todo lo que debe ser cambiado, y lograr que  prime la voluntad de  transformación de lo mal hecho,  muy hermanado con el sentido autocrítico y de compromiso  con el desarrollo socialista del país.
Lo realizado hoy requiere perfeccionarlo a todo con la moral social presente en la actual generación, acorde a sus sentimientos, subjetividades, gustos y aspiraciones, que deben definir la conciencia crítica de cada uno de ellos.
Se trata de abrir los espacios al debate de sus preocupaciones, pero sin improvisaciones, con los argumentos del por qué de cada cosa, y cuando no se tienen buscarlos, evitar confusiones involuntarias y no ser ingenuos ante cualquier malintencionado, que en un mundo tan complejo no dejarán de existir.
Hay argumentos suficientes para realizar el Trabajo Político Ideológico, el legado del joven Fidel Castro, quien organizó y dirigió las acciones de aquel 26 de Julio  nos pertrecha de conocimientos, por eso es necesario que lo utilicemos y sobre todo los jóvenes, las estudien, las discutan, busquen en ellas las respuestas a los asuntos que hoy les puedan preocupar, no basta con apoyarlo y convertirlo en consignas, hay que defenderlo con pasión y compromiso, como han hecho siempre los jóvenes ante las tareas encomendadas.
Recordemos la reflexión del Comandante en Jefe, del 14 de enero del 2008, titulada: “Regalo de Reyes”.
“A los revolucionarios más jóvenes, especialmente, recomiendo exigencia máxima y disciplina férrea, sin ambición de poder, autosuficiencia, ni vanaglorias. Cuidarse de métodos y mecanismos burocráticos. No caer en simples consignas. Ver en los procedimientos burocráticos el peor obstáculo. Usar la ciencia y la computación sin caer en lenguaje tecnicista e ininteligible de élites especializadas. Sed de saber, constancia, ejercicios físicos y también mentales.
En la nueva era que vivimos, el capitalismo no sirve ni como instrumento. Es como un árbol con raíces podridas del que sólo brotan las peores formas de individualismo, corrupción y desigualdad. Tampoco debe regalarse nada a los que pueden producir y no producen o producen poco. Prémiese el mérito de los que Trabajan con sus manos o su  inteligencia”.
 La nueva generación de cubanos debe estar consciente que defender la Patria,  para que no vuelva el pasado oprobioso,  es el Moncada de hoy.
 

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