Columnas

Wednesday, February 26, 2014

René González: al pedido de una misión en los Estados Unidos. ¿La respuesta volvería a ser la misma? –Sí.

 
De mañana en una casa de La Habana, una ciudad inundada por especialistas que participan del congreso Universidad 2014 y por editores y escritores invitados a la Feria del Libro. El tipo con altura de basquetbolista que antes de la entrevista conversa con uno de los especialistas, Pablo Gentili, el secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, luce tranquilo. Es uno de los cinco cubanos que fueron procesados en Estados Unidos luego de infiltrarse en Miami para buscar información sobre los grupos violentos contrarios al gobierno de Fidel Castro. René González es el único de Los Cinco que está libre. Los otros siguen presos.
Me gustaría una definición de Los Cinco a cargo de uno de ellos.
– Primero que todo, somos cubanos comunes. Somos hijos de un país que, como nosotros, ha tenido a muchos hijos. Crecimos bajo la amenaza del terrorismo, presenciando cómo se imponía sobre Cuba la muerte, desde Miami específicamente. Tuvimos que participar en entierros de compatriotas que habían sido asesinados por bandas terroristas establecidas en Miami con el apoyo del gobierno norteamericano. Y como cubanos se nos pidió que nos infiltráramos en esos grupos. Dijimos que sí y lo hicimos. Como resultado de esas acciones, el gobierno norteamericano nos detuvo en 1998 y nos sometió a un proceso fraudulento. La naturaleza de ese proceso es la que ha provocado que haya trascendido esta historia y que ya muchos nos conozcan alrededor del mundo. Hasta hoy yo soy el único que está en libertad y mis cuatro hermanos siguen en prisión. Pero, bueno, básicamente esos somos Los Cinco.
¿Cómo fue el inicio de la misión de infiltrarse? ¿El gobierno cubano pidió, ofreció u ordenó que lo hicieran?
– Me piden. Esta no es una misión que se pueda ordenar. Y no sé qué hay que ofrecer. Es puro sacrificio. Al pedírmelo me insistieron en que lo pensara y me advirtieron que era una misión riesgosa. No lo pensé mucho y dije que sí.
¿Era una misión riesgosa o suicida?
– Si todo salía bien, salías ileso. Nosotros no perdimos la vida, tuvimos que ir a la cárcel. Cuando yo hablo con los jóvenes en Cuba, se los digo: “Esto es una misión que si ustedes no quieren, no digan que sí”. Yo no creo que eso demerite a nadie. Sencillamente, tiene muchos riesgos y requiere de características que uno mismo ni siquiera se las imagina en el momento en que le proponen la misión. Las va descubriendo.
¿Qué características?
– Soy un tipo bastante abierto y me cuesta trabajo fingir, por lo general. Y yo nunca pensé que pudiera hacerlo, realmente para mí fue lo más difícil. Incluso lo fue desde aquí. Yo a veces digo que fue más difícil aquí que allá. Porque aquí tuve que fingir antes de irme frente a mis hermanos, frente a mis compañeros, frente a la gente que me apreciaba, que me tenía en alta estima. Y, de pronto, me tuve que ir convirtiendo poco a poco en alguien distinto a lo que era. A lo mejor eso me fue ayudando, porque uno va dando pasos, pero los va dando con un poco, primero, de trabajo, un poco de dolor, porque a ti no te gusta defraudar a una persona cuya confianza tú estimas. Fue difícil tener que dejar el país y quedar para ellos como un traidor, como una persona que los había abandonado. Lo hice como lo haría cualquier otro, como cualquier policía que en cualquier país del mundo tiene que infiltrarse en una banda de delincuentes o de criminales sin ser él un criminal. Por eso cuando nos detuvieron sentí el alivio de poder volver a ser yo mismo.
¿En qué consistió el fingimiento inicial en Cuba?
– De ser un militante te vas convirtiendo en una persona que empieza a decepcionarse, a desilusionarse. Pero no perdí el aprecio de mis compañeros. Las personas por lo general son generosas y se resisten a aceptar que tú cambies mucho. Eso es un instinto natural. Consideraron que yo seguía siendo buena gente. Mientras tanto renuncié a mi carrera. Era piloto. Como pasé a trabajar en deportes aéreos, había un espacio para volar.
¿La misión incluía robar un avión en Cuba y cruzar a la Florida?
– Sí. Eran tiempos difíciles. En 1989 y 1990, la economía del país empezaba a sentir los efectos del derrumbe del campo socialista. Obviamente se resintió el deporte aéreo y volar se hacía más difícil. Un fin de semana logré ir a trabajar como controlador de vuelo. Por una de esas coincidencias del destino fue un argentino el que me llevó al sitio donde saltaban los paracaidistas. Se llama Santiago, un sobrino del Che que era paracaidista. Bueno, ese día me quedé en la torre. Se me dio cuando pararon los vuelos, porque el viento estaba un poco malo y no acompañaba la actividad del salto. Bajé, me monté en el avión y me lo llevé. Ya estaba en el punto de no retorno. Tenía que seguir. Una vez que sigues tienes que tener éxito, porque si no, caes preso o te matan. En realidad había pensado en que ese fin de semana me llevaría el avión en la madrugada del día siguiente. Pero cuando ellos me dicen que van a parar los vuelos, yo les insisto en que le echen gasolina al avión. Tenía 400 litros y no podían echarle más. Saqué mentalmente la cuenta. Me dije: “Bueno, con eso llego justo allá a los Cayos de la Florida”. Y, efectivamente, llegué bastante justo, pero llegué.
¿Con qué margen, con esos 400 litros?
– Ninguno (risas). El vuelo duró una hora y veinte. Lo hice como un profesional, aunque el despegue fue un poco catastrófico porque me llevé el avión de la misma rampa de parqueo, sin alinearlo en la pista. El avión no estaba listo para el vuelo. Después de que lo despegué tuve que orientar todos los instrumentos en dos o tres minutos. Recuerdo bien cuando dejé la isla. El corazón se me apretó. Miré hacia atrás. Dejaba todo. Mi esposa, mi hija… Pero, bueno, el piloto se impuso. Me ocupó mucho tiempo el cálculo de la potencia, cómo hacía para irme más rápido de Cuba sin gastar demasiado combustible y después cómo reducir para ahorrar más combustible. Finalmente, subir y buscar un poco de visibilidad para encontrar los Cayos de la Florida. Y, bueno, ya al final del vuelo, la decisión de si lanzarme. En un momento pensé que tendría que tirarme en el agua porque no veía los cayos.
¿Paracaídas o amerizaje?
– Amerizar cerca de algún barco.
¿Edad en ese momento?
– Tenía 34 años.
O sea, menos de tres años el día de la Revolución Cubana, el 1ª de enero de 1959.
– La generación mía fue una generación que absorbió mucho de la revolución. Yo nací en Chicago en 1956. Mi padre se integró en Chicago al Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro, cuando Fidel ya estaba en Sierra Maestra. Cuando la invasión a Bahía de Cochinos, en 1961, salen a las calles a protestar y son agredidos en Chicago. Deciden que su suerte está echada con Cuba y, entonces, vienen para acá en uno de los últimos barcos que en aquella época estaban dando viajes entre Nueva York y La Habana. Yo tenía cinco años y sólo algún recuerdo. En una ocasión, mi madre fue a hacer una gestión para el viaje a Cuba y me dejó con alguna amistad o una familia. Y se le ocurrió a la persona ponerme una peluca y recuerdo a mi madre entrando y escandalizándose porque no me reconoció. Recuerdo el viaje que hicimos desde Chicago hasta Nueva York en el automóvil, algunos lugares en que paramos a comer, cómo dormíamos mi mamá y yo en la parte de atrás del auto. Y también recuerdo el viaje en el barco, imágenes así del barco, de la cocina, de la piscina del barco, Guadalupe. En Cuba, mi padre se incorporó a trabajar en la construcción de una fábrica. En ese tiempo, el Che Guevara era ministro de Industria, y se estaban construyendo muchos conglomerados industriales para unificar actividades que más bien estaban dispersas. Y, entonces, el viejo trabajó en la construcción de una fábrica de plásticos, y recuerdo que yo vi al Che ahí, casualmente, le di la mano y todo, yo tenía ocho años, ya cuando ellos terminan de construir la fábrica y el Che la inaugura en diciembre del ‘63. El Che era adorado por nosotros. Cuando él termina, pasa por entre la multitud y la gente lo empieza a saludar, y mi hermano y yo, que estábamos en la plataforma opuesta, les pedimos permiso a los viejos para ir a saludar al Che y bajamos y nos metimos entre la gente y llegamos adonde estaba él y empezamos a decirle: “Che, Che”. Me pasó la mano por la cabeza, me dio la mano. Y a mi hermano. Pero eso nunca se nos olvidó.
– Volvamos al vuelo hacia los cayos y el objetivo de aterrizar vivo.
Tenía que ir al Norte, pero el viento estaba fuerte por la izquierda, del noroeste. Salí, volé con potencia maximal por unos 5 o 6 minutos para alejarme rápido de las costas de Cuba, muy cerca del agua, a dos o tres metros de altura, y ya una vez que me alejé bastante reduje la potencia a potencia económica para poder volar más tiempo, más lejos. Así me mantuve un tiempo, para evadir los radares cubanos y evitar la intercepción cubana, hasta que calculé que ya debía estar cerca de los Cayos de la Florida. Entonces, decidí subir, ya despegarme del agua para buscar visibilidad. A ese régimen yo iba a unos 180 kilómetros más o menos. Empezaron los indicadores de emergencia de combustible a encenderse. Este avión tiene dos tanques, uno en cada ala, y cada uno de los tanques tiene un indicador, cuando le quedan 75 galones. Vi barcos. Decidí volar por arriba de ellos. Si después del último barco no veo tierra, a los cinco minutos regreso y me tiro en el agua al lado del barco para que me saquen. Sobrevolé el primer barco, el segundo, el tercero y empecé a contar y dije: “Bueno, aquí no hay otra, cinco minutos y, si no veo tierra, me regreso y me tiro al lado del barco”. Pasé por arriba del barco y empecé a ver el reloj. Un minuto, dos minutos, tres minutos, cuatro, cinco.. Y la tierra. Una cosa increíble. Pensaba ir a la base de Boca Chica, que es la base naval que tienen los norteamericanos en el Key West. En ese momento me sentí como Cristóbal Colón. Ya dije: “Bueno, por lo menos si me tiro en cualquier lado es pegado a la tierra y ahí llego a tierra”. Y cuando empezó a aclararse ya la visibilidad, o sea, a acercarme, lo primero que tenía delante de mí era la base de Boca Chica, o sea que todo me salió perfecto. Me tiré. Fue un aterrizaje bastante brusco. Estaba muy tenso. El avión dio varios brincos. Recuerdo que ya cuando frené el avión, me quedé en medio de la pista con el motor en bajo, y traía un termo de café, lo abrí, me serví un café, me lo tomé y tiré el termo hacia atrás. Salió dando tumbos por ahí. Y me eché hacia atrás y me empecé a relajar, hasta que llegaron las autoridades. Hay quien dice que todo aterrizaje del que tú puedas salir caminando es un buen aterrizaje. Y, bueno, ése fue el caso. El trámite fue rápido, porque yo había nacido en Estados Unidos y presenté mi inscripción de nacimiento. Ellos no sabían en realidad qué hacer conmigo porque normalmente al inmigrante lo llevan a un centro de detención de inmigración. Pero al final localizaron a mi abuela, se hizo un trámite más bien personal, con un señor de origen cubano que vivía ahí en Cayo Hueso, y él me acogió esa noche y al otro día mi abuela pagó los pasajes y me fui para Sarasota con ella.
¿Sin ninguna sospecha encima?
– Mi padre no era una personalidad pública. Salí de la base y en mayo de 1990 terminé instalándome en Miami, en lo de una tía abuela. Mi familia de los Estados Unidos no era de revolucionarios pero tampoco de militantes contra la revolución. Gente buena, de buenos sentimientos, con una larga historia de relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Gente sencillamente noble que se había ido para allá en los años ’40. Ni anticastristas ni fanáticos de la política. Su preocupación siempre ha sido familiar, tanto desde que llegué allá como incluso después del arresto y todo. Los aprecio mucho.
¿Cómo fue el acercamiento a los grupos anticastristas?
– Repetía el credo. El credo de que en Cuba las personas se arrastran por las calles, de que no tienen qué comer, de que se mueren y se caen muertos, de que la policía golpea a todo mundo en todas las esquinas. Cuando tú me preguntabas ahorita sobre la capacidad para fingir, yo te decía que es más fácil fingir allá. Primero, porque no implica un desgarramiento. Pero, segundo, porque es curioso que a ellos tú lo único que tienes que hacer es decirles lo que necesitan escuchar: cosas malas de Cuba.
Pero muchos decían esas cosas. ¿Cuál era el plus especial?
– La forma en que llegué. Con un avión robado. Durante unos días fui una celebridad en el Miami Herald.
¿Había un objetivo especial de aproximación?
– Iba viendo las circunstancias y me iba acercando a algunos grupos. Empecé por la CUPA, la Cuban Pilots Association, que era un grupo básicamente de pilotos. Muchos habían estado en Bahía de Cochinos. Otros habían sido mercenarios en el Congo. Había algunos célebres como torturadores en América latina, como Félix Rodríguez El Gato, que fue el que asesinó al Che y también tuvo sus vínculos con los torturadores y la dictadura argentina. Hoy disfrutando de la hospitalidad y la benevolencia del gobierno que lo formó como torturador, el de los Estados Unidos. Muchos habían ido del Congo a Nicaragua. Algunos, oficiales del ejército de Fulgencio Batista. Después me vinculé a HAR, Hermanos al Rescate, más jóvenes que los otros, aunque creados por veteranos como el terrorista Luis Posada Carriles, uno de los mayores criminales del hemisferio. Mi objetivo era primariamente recolectar información y enviarla para Cuba. Después, el gobierno cubano se encargaba de procesarla, analizarla y hacer lo que pudiera para desarticular acciones terroristas de los grupos contra Cuba. De paso, conseguí que terminaran en la cárcel dos narcotraficantes vinculados a esos grupos. Y eso también ayuda a desarticularlo porque se les acaba el sostén económico. Estuve ocho años entre esos grupos, desde el ‘90 hasta el ‘98 en que fuimos arrestados. Uno era el PUND y otro el Comando de Liberación Unido, que también tenía otro narcotraficante que pudimos identificar y lo desarticulamos. Y después al final me incorporé a lo que se llamó Grupo Democracia, que se dedicó a organizar flotillas para venir a provocar a Cuba, entrar en aguas cubanas, crear problemas entre los dos gobiernos. Y ése fue el último grupo en el que entré hasta que, bueno, se produjo la detención.
¿Cómo reaccionó y cómo fue evolucionando la familia con el tema?
– Yo me voy como desertor. A mis padres eso los golpeó fuerte. No se lo podía decir a nadie porque, nada, son gajes del oficio, por decirlo de alguna forma. Es fuerte, esa es una de las cosas más duras. Mi hija tenía seis años cuando salí de Cuba. Al principio mi mujer decía: “Aquí todo parece indicar que ése es un avión que es un desertor, bueno, pues tengo que asumirlo así”. Después ella me ha contado un poco la historia, ella empezó a atar cabos. Y empezó a molestar y hubo que decírselo. Pero eso tomó un tiempo.
¿Por qué en opinión de ustedes el proceso judicial fue fraudulento?
– Yo me preguntaría: “¿Qué no tuvo de fraudulento?”. El sistema legal norteamericano, el sistema federal, es disfuncional. No solamente para nosotros. Normalmente ellos aplican un sistema que se apoya mucho en la capacidad de hacer una negociación de cargo. Entonces, su modus operandi es que ellos te sobrecargan, vamos a suponer que una persona traficó con diez kilogramos de cocaína, pero uno de sus asociados traficó con 30, entonces, acusan a éste también de los otros 30 y le dicen: “Bueno, te vamos a dar una sentencia de vida, pero si cooperas con nosotros te quitamos los 30, te dejamos con tus diez y te damos cinco años”. Si cooperas, los fiscales te utilizan para mentir y tienes que hacer todo lo que los fiscales pidan para que el juez dé cinco años. Y la primera mentira que esa persona tiene que aprender a decirle al jurado, que yo diría que es la mentira fundacional del sistema, es que los fiscales le prometieron eso, le propusieron eso, pero que el juez es el que decide. Estadísticamente el juez siempre decide por lo que los fiscales quieren. Y eso pasó con el caso nuestro. Y desgraciadamente eso es lo que ha llevado el caso hasta aquí. Porque efectivamente nosotros habíamos violado las leyes norteamericanas, nosotros éramos agentes no registrados, lo cual implica una sentencia de diez años como máximo, pero entonces ellos, para subir, acusaron a tres de mis compañeros de espionaje y a uno de conspiración para cometer asesinato en relación con el derribo de los aviones de Hermanos al Rescate en el año ‘96. Pero nosotros dijimos: “Vamos a juicio porque nosotros no vamos a aceptar cargos falsos”. Se complicó todo y así estamos. Yo no fui acusado de espionaje porque me ocupaba exclusivamente de grupos paramilitares. Nunca tuve nada que ver con información militar. Hubo compañeros míos que sí. Si tú no buscas información clasificada, no eres espía. No es un problema de espiar al Estado o no. Muchas personas confunden eso. Tú puedes buscar información del Estado, pero que no sea clasificada por ese Estado. Pero tú puedes buscar una información civil de una corporación que el Estado había clasificado porque le conviene mantenerla. Por ejemplo, un avance tecnológico X, y el Estado y esa corporación se ponen de acuerdo y la clasifican. Aunque esa información sea civil, si es clasificada, si tiene un cuño que dice “secreto”, tú estás cometiendo espionaje al buscar esa información. Ellos confundieron al jurado haciéndole creer que porque mis compañeros estaban buscando información de naturaleza militar, habían cometido o estaban tratando de cometer espionaje. Pero, en realidad, la información que mis compañeros estaban buscando era pública, era información visual, información de periódicos.
¿Quién fue el abogado?
– Lo puso la corte. Philip Horowitz. Lo considero mi amigo. Hizo un buen trabajo. Lo que pasa es que si las instancias que tienen que impartir justicia no quieren, no importa que tú ganes. Yo comparo el caso nuestro con el caso de un corredor de 400 metros. Llega primero a la meta y el árbitro dice: “No, el que gana hoy es el segundo porque a mí me da la gana”. Esto es lo que hicieron los jueces. Todo árbitro imparcial que ha mirado el caso se ha dado cuenta de que es una barbaridad y estamos hablando…
¿Incluso analistas jurídicos norteamericanos?
– Analistas jurídicos norteamericanos, asociaciones de abogados de los Estados Unidos. El comité de detenciones arbitrarias de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Amnistía Internacional, todos han emitido fallos en los que indican que el juicio fue injusto, que fue ilegal y que no se cumplieron con los estándares del debido proceso.
¿Cuánto tardaron ustedes cinco en dejar de fingir?
– Hasta que no empieza el juicio, tú no puedes volver a ser quien tú eras. Mantuvimos discreción durante los dos años de preparación del juicio. Lo coordinamos. Primero no podíamos admitir que éramos agentes de Cuba. A nuestros abogados les costó trabajo también. Como no les dijimos, ellos fueron los que vinieron a Cuba. Al final el gobierno cubano confió en su profesionalismo. Y se hizo una muy buena defensa. Realmente, en el juicio de nosotros los papeles se invirtieron. Gerardo, que es caricaturista, hacía caricaturas de los fiscales, y aquellas caricaturas recorrían toda la sala incluyendo a los que nos cuidaban a nosotros y terminaban con el estenógrafo, porque la gente se empezó a dar cuenta de que el juicio era una farsa. Y se sintió en la sala. Y el día que a nosotros nos declararon culpables, esos alguaciles nos fueron pidiendo disculpas desde la sala hasta el piso. Una cosa impresionante. Tú te impresionas cuando una persona que se supone que te cuida cambia su actitud hasta decir: “Pero ¿y dónde está el espionaje? ¿Dónde está el asesinato?”. Empezaron a ver las pruebas de nosotros, las provocaciones de Hermanos al Rescate filmadas, propagandizadas en la televisión de Miami como si fuera una gracia. Y ellos mismos nos decían: “¿Pero cómo es posible que el gobierno cubano haya esperado tanto para tumbar esos aviones?”. Sin embargo, yo nunca fui enseñado a odiar a Estados Unidos. Yo creo que un país es mucho más que sus fiscales, que su gobierno, y es mucho más que el puñado de millonarios que controlan la vida de ese país.
El abogado Horowitz, por ejemplo, parece haber seguido reglas basadas en la defensa de las garantías individuales.
– Desde que tomaron la decisión política de cometer esta venganza, porque al final todo esto es una venganza contra Cuba en cinco hombres, cogieron el camino errado y tuvieron que componer ese error con más errores. Y al final terminaron haciendo el ridículo en la corte, terminaron siendo el hazmerreír de todo el mundo porque ellos lo decidieron. Si ellos hubieran hecho un trabajo decente, el caso se habría resuelto de otra forma y ellos no hubieran tenido que rebajarse como se rebajaron. Y nadie cubrió realmente el juicio en la prensa norteamericana. Al principio sí, The New York Times, pero cuando el juicio empezó a mostrar su real naturaleza, se desapareció la muchacha de The New York Times y más nunca fue. Entonces, lo cubrió la prensa de Miami. La mayoría fue pagada. Y fue el juicio con cargos de espionaje más largo de la historia norteamericana. Siete meses de juicio con testimonios orales y pruebas. Testificaron tres generales norteamericanos por la defensa, voluntariamente, a defendernos a nosotros. Los fiscales tuvieron que traer a uno, a un general, que es ahora James Clapper, que es el asesor de seguridad nacional de Obama, que además tampoco pudo decir nada malo en cuanto al espionaje. Testificó un asesor del presidente norteamericano. Se trató el tema del terrorismo. El gobierno cubano contrató para presentar el recurso en la Corte Suprema a lo mejor que pudo encontrar en Washington, que es un especialista en Corte Suprema, que además es analista para la CNN: Tom Goldstein. Y Tom Goldstein estaba convencido de que él iba a poner el caso en la prensa. En Estados Unidos todos los días se discute un caso judicial. El que se comió a la mujer, el que mató al niño, el perro que se comió al vecino… Tom Goldstein presentó un brief en la Corte Suprema solidísimo, se consiguió un record en la historia norteamericana de amicus curiae, que son briefs de amigos de la corte que ponen partes desinteresadas, que incluía premios Nobel, incluía parlamentarios internacionales, incluía asociaciones internacionales de abogados, asociaciones nacionales de abogados de Estados Unidos, 12 amicus curiae, eso nunca se había visto en la Corte Suprema. Y cuando Goldstein llamó a la prensa, no fue nadie.
¿Cuáles son las perspectivas de los cuatro que todavía siguen presos? ¿Cuáles son las deseables y cuáles son las posibles?
– Habría que empezar por las sentencias. Uno de mis otros compañeros que sale próximamente es Fernando González, al que lo sentenciaron a 17 años. Le sigue Antonio, hasta 2017. Ramón, hasta 2024, y Gerardo que está condenado a dos cadenas perpetuas. Este caso no se va a resolver en el ámbito legal. El ámbito legal ha sido una envoltura, para servir a una decisión política que se tomó. Se tomó la decisión política de vengarse de Cuba en cinco hombres. Hubo un panel de tres jueces que rompió con esa decisión política y después se revirtió.
¿Ellos mismos lo revirtieron u otra instancia?
– Otra instancia del mismo tribunal. Pero todo ha sido una decisión política y yo creo que la solución va a ser igual: una decisión política. Puede ser usando la vía legal. De la misma forma en que le hicieron señas a los jueces para que violaran la ley, les pueden hacer señas para que la cumplan. Nosotros siempre hemos dicho es que lo único que nosotros demandamos es que se apliquen las leyes norteamericanas, que no las tergiversen, que vean los hechos, que los apliquen a sus leyes y que las apliquen.
¿Cómo sería en términos procesales en el caso de las cadenas perpetuas? ¿Un indulto presidencial?
– Técnicamente el juicio concluyó. Pero hay un recurso que se le llama recurso extraordinario. El recurso sigue la misma ruta que sigue todo el caso legal. Se presenta ante la jueza. La jueza falla y se va a la Corte de Apelaciones de Atlanta. Y luego a la Corte Suprema. Ese recurso está pendiente. Y se basa en un error garrafal que cometió el abogado de Gerardo, en cuanto a la estrategia de defensa. El trató de defender bien a su cliente, pero cometió un error porque defendió a Cuba. Y los fiscales juzgaron a Cuba. Lo más fuerte que tiene este recurso es que el propio abogado reconoce su error. Pensó en un tema de un Estado contra otro y que el Estado cubano tenía derechos. Pero cometió un error: él pensó que era imposible que un jurado decente no se diera cuenta de que Cuba tenía derecho a defender su soberanía. Y en Miami no se puede encontrar un jurado decente. Ahora, los tiempos han cambiado. Hay muchas señales de que ya hay cansancio en esta política contra Cuba, señales inclusive dentro del propio Estados Unidos. Incluyendo a los cubanos que viven allí. Hace poco salió una encuesta en la que 56 por ciento de los norteamericanos decían que ya era hora de cambiar la política con Cuba. Obama ha perdido mucho tiempo tratando de congraciarse con una derecha que no lo quiere ni por negro, ni por liberal, ni por joven.
René, ¿cómo fue el final de la sentencia?
– Han sido cuatro cruces. Respecto del tercero, yo cumplí mi sentencia el 7 de octubre de 2011. Desde un año antes, nosotros le pedimos a la jueza que me dejara hacer la libertad supervisada en Cuba, cosa perfectamente posible. La jueza tiene la potestad de modificar la libertad supervisada y permitir que una persona la cumpla fuera de Estados Unidos. Los fiscales siempre se propusieron que también la libertad supervisada fuera para mí y para mi familia otro castigo. Querían mantenerme separado de mi gente por tres años más. Además tenía que hacer la libertad supervisada en el mismo distrito en el que están los terroristas, los criminales que cuentan con complicidades en el FBI, en el gobierno norteamericano. Los fiscales se opusieron al pedido. Dijeron que era prematuro, que había que esperar a que cumpliera una parte de la libertad supervisada. Paralelamente los fiscales me habían propuesto que renunciara a la ciudadanía norteamericana a cambio de dejarme venir para acá. En un inicio yo me opuse.
¿Por qué?
– Porque es un derecho de nacimiento. Uno no tiene por qué ceder los derechos de nacimiento. Pero después lo pensé bien y les dije a mis abogados que íbamos a aceptar la proposición de los fiscales. Me interesaba más que todo estar con mi esposa, con mis hijas, con mis padres, con mi hermano. Los fiscales simularon que estaban interesados en llegar a un acuerdo que implicara mi cesión de ciudadanía a cambio de que viniera para Cuba. Unos días antes de que yo cumpliera mi sentencia, llamaron a mi abogado y le dijeron que eso ya no estaba sobre la mesa. Días después, la jueza derogó la moción, y tuve que empezar a cumplir mi libertad supervisada en los Estados Unidos. Ahí, gracias a un amigo, pude conseguir, una casa en un lugar de la Florida, lo más lejos posible de la cárcel, viviendo en la clandestinidad, recluido prácticamente como en un monasterio, sin documentos, sin licencia de conducir, sin tarjeta de crédito.
¿Cuánto tiempo?
– Fue un año y medio bastante difícil. Tenía la intención de renovar la moción, cuando hubieran pasado unos meses para que la jueza me dejara venir para acá. En febrero de 2012 estaba trabajando con mi abogado, para volver a renovar la moción, cuando mi hermano cayó gravemente enfermo. Tuvimos que posponer ese trabajo y pedirle a la jueza que me dejara venir por 15 días a ver a mi hermano. Los fiscales se opusieron también a que viniera a ver a mi hermano que estaba muriendo. Pero la jueza en este caso accedió. Por eso te digo que fue la tercera vez. Vine en abril de 2012.
¿Tu familia ya había ido a Estados Unidos?
– Mis hijas, que podían, mi esposa no. A ella la deportaron y no la dejaron regresar más a verme. Yo regresé a Estados Unidos y volví en abril a incorporarme a mi libertad supervisada. Volví a empezar a trabajar con mis abogados para volver a poner la moción. Pusimos la moción en junio para que la jueza me permitiera renunciar a la ciudadanía.
¿De quién fue la decisión de continuar y agotar el proceso judicial?
– Para nosotros ha sido muy importante la palabra en todo este caso. En todo este proceso nuestra ventaja nuestra ha sido moral y no vamos a regalarles esa ventaja moral. Ellos decidieron rebajarse y nosotros decidimos elevarnos.
¿Nunca una duda?
– No, yo nunca dudé, yo iba a cumplir. No iba a regalarle a la jueza un argumento moral que nunca se ganó después de 15 años por una libertad supervisada. Se lo hubiera ganado antes, pero no ahora. Ni a ella ni a los fiscales. Y me río ahora porque cuando estábamos discutiendo eso con mi abogado y los funcionarios de las Bahamas, le decía a mi abogado: “Mejor que me dejen entrar, porque yo cojo un bote de Cuba y me voy para allá y me le planto a la jueza en la corte y le digo ‘ahora méteme preso’”, porque yo no iba a incumplir esa palabra que había dado. Pero, bueno, regresé, mi hermano falleció, volvimos a poner la moción, los fiscales se opusieron, y empezó un intercambio entre los fiscales y la jueza, hasta que mi padre falleció en abril de 2013. Y, entonces, ahí volvimos a poner otra vez una solicitud para venir de vacaciones a estar con la familia por el fallecimiento de mi padre. Y la renuncia a la ciudadanía norteamericana, con lo que caía el resto de la condena. Renuncié a la ciudadanía, la jueza recibió los documentos, los admitió. “Bueno, está bien, la libertad supervisada la puedes terminar en Cuba”, me dijo.
¿Y la familia, René?
– Lo hemos enfrentado lo mejor que se puede. Al final, aunque ha sido tanto tiempo, para mí siempre el reencuentro con la familia ha sido como si no hubiera pasado el tiempo. Ha sido todo muy bonito, muy hermoso. Estamos juntos, estamos felices, tenemos un nieto ahora también que nos ha venido a alegrar más la vida a Olguita y a mí.
¿En qué oficio piensa trabajar alguien que vivió esta experiencia?
– Como piloto me gustaría volar, pero reconozco que es muy difícil integrarme a la aviación como profesional. Creo que hay un campo ahora en la economía que se está abriendo, se están abriendo muchos experimentos, tenemos que aprender muchas cosas, y me gustaría trabajar en la economía en algo, en un proyecto de desarrollo local, pero la idea que tengo es esa, me gustaría participar en el proceso de cambio que se están produciendo: experiencias nuevas de autogestión, experiencias de relaciones más horizontales entre las empresas, entre empresas y gobiernos locales.
¿Y el pasado permite adaptarse a la vida cotidiana de hoy?
– Toda experiencia te hace crecer. Si no te mata, te engorda. Y, obviamente, yo leí mucho en la cárcel. Historia, actualidad, Cuba… Me impuse un régimen de ejercicio fuerte por la mañana y por la tarde lectura, estudio. Empecé a estudiar la economía incluso en la cárcel. La Universidad de La Habana me asignaba profesores. Enviaban los materiales y estudié economía. Me propuse salir de la cárcel mejor de como entré. Dije “Bueno, si yo salgo mejor de como entré, esa va a ser mi medida de la victoria” y así fue. Yo creo que sí, que el régimen que me establecí en la cárcel me ha ayudado mucho. Yo creo que saqué lo mejor que pude.
Ahora, a los 57 años, después de esta historia, imaginemos una vuelta a los 34 y al pedido de una misión en los Estados Unidos. ¿La respuesta volvería a ser la misma?
–Sí.
(Tomado de Página 12

Fidel habló a los holguineros desde La Periquera 55 años atrás





El 26 de febrero de 1959 Fidel Castro Ruz habló por primera vez a los holguineros, 56 días después del triunfo de la Revolución cubana. El acontecimiento tuvo lugar en uno de los balcones del edificio  emblemático de la Ciudad de los Parques: La Periquera, y su discurso llenó de optimismo a las capas más humildes de la población, cuenta Lydia Esther Ochoa periodista del sistema radial holguinero.
El máximo líder de la Revolución pidió confianza en el nuevo gobierno y se refirió al anhelo del pueblo de contar con una universidad, mejores centros escolares de todas las enseñanzas, y de hospitales que atendieran esmeradamente a los pacientes sin que mediara para ello la influencia de los políticos de turno.
Las personas que se congregaron frente a La Periquera apreciaron la sinceridad del discurso de Fidel. No se trataba de falsas promesas para olvidarlas enseguida, y eso lo comprendieron todos, hasta los niños limpiabotas, aunque sin pensar siquiera que también cambiaría el destino de cada uno de ellos.
En los años siguientes el pueblo contaría al fin con un Centro Universitario, que se convertía en la Universidad "Oscar Lucero Moya", las facultades de Ciencias Médicas Mariana Grajales y de Cultura Física Comandante Manuel "Piti" Fajardo, y los Institutos Superiores Minero Metalúrgico de Moa y Pedagógico "José de la Luz y Caballero" (hoy Universidad Pedagógica).
Por otra parte la creación de Centros de Información e Investigación, estaciones, instituciones, la Academia de Ciencia, y la Delegación Territorial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio ambiente (Citma) propiciaron la preparación de especialistas de todas las ramas, la introducción de nuevas tecnologías, la innovación y el desarrollo del talento en la búsqueda de soluciones.
Serían edificados los Hospital Vladimir Ilich Lenin, el pediátrico Octavio de la Concepción y de la Pedraja, y el clínico-quirúrgico "Lucía Iñiguez", la escuela vocacional José Martí y la de Arte Raúl Gómez García, junto a diversas instituciones como la Casa de Cultura y el Centro de Arte, la biblioteca Alex Urquiola, los museos La Periquera y Casa Natal de Calixto García, el Conservatorio José María Ochoa, la Promotora Literaria Pedro Ortiz y Ediciones Holguín, entre otros.
Con una gran taza de desempleo esperaron los holguineros el año 1959 y después del discurso de Fidel en febrero de aquel año se generaron nuevos puestos de trabajo con la creación de industrias y fábricas, incluyendo las de combinadas "60 Aniversario de la Revolución de Octubre" y de implementos agrícolas "Héroes del 26 de Julio", y de centros comerciales, gastronómicos y de los servicios.
Aquel 26 de febrero de 1959 los holguineros no solo creyeron en los cambios por venir sino que se convirtieron en protagonistas de los vertiginosos acontecimientos generados por la Revolución que se sucedían en la nueva Cuba y Fidel Castro les anunciara 55 años atrás desde uno de los balcones de La Periquera

Sunday, February 23, 2014

Cuba: asegura espacios operadora de cruceros de Canadá




La compañía canadiense Cuba Cruise ya aseguró espacios para la próxima temporada invernal en este destino, tras dos meses de exitosas operaciones con la embarcación Louis Cristal, según la Agencia de Información Nacional

La empresa, afiliada a la firma Louis Cruises, de Chipre, adelantó detalles sobre el itinerario y ofertas especiales para reservas tempranas en sus cruceros durante la venidera etapa invernal, por tradición la de mayor afluencia en el arribo de turistas a Cuba.

A partir del 22 de diciembre de 2014 hasta el 30 de marzo de 2015, se extenderán las operaciones en el destino Cuba de la compañía canadiense, la cual debutó a inicios de la actual temporada con el Louis Cristal, de acuerdo con la revista Caribbean News Digital.

Cuba Cruise prevé para su segunda temporada en el archipiélago caribeño, salidas cada lunes desde La Habana y los viernes de Montego Bay, Jamaica, y en la travesía tocará seis puertos, entre estos, los de Santiago de Cuba, y Cienfuegos.

Además, hará escalas en Punta Francés (Isla de la Juventud), y en el polo turístico de Holguín, oportunidad para visitar ciudades y sitios de alto valor patrimonial, reservas naturales y hermosas playas.

Según la publicación, Dugald Wells, presidente de Cuba Cruise calificó de impresionantemente positivo las opiniones recibidas de los clientes, por lo que ya preparan embarcaciones con el mismo itinerario, servicio impecable, buena comida, y un programa de entretenimiento de alto nivel para el invierno venidero.

Las declaraciones parecen confirmar lo expresado por Wells en la inauguración de la presente etapa, cuando aludió que con este proyecto se comprometía a mostrar al mundo la diversidad de los encantos de Cuba, su pueblo, cultura y naturaleza.

Inscrita en la campaña comercial para los meses de invierno, esta iniciativa fue resultado de cuatro años de trabajo entre la firma del país norteño y autoridades del Ministerio del Turismo de la Isla, con el propósito de promover el destino entre los amantes de modalidad de cruceros.

De noviembre a la fecha, atracaron también en el país otros cruceros como el británico Thomson Dream con mil 200 pasajeros a bordo y el MV Explorer, éste con fines académicos; al tiempo que Santiago de Cuba recibió al MV Minerva´s, el cual tendrá 20 entradas hasta marzo próximo. 

Para distribuir riqueza, primero hay que crearl, Raúl Castro



 

Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en las conclusiones del XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, 22 de febrero de 2014, “Año 56 de la Revolución”. (Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)
Compañeras y compañeros:
Me corresponde hacer las conclusiones de este importante Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, el cual ciertamente no se limita a estos tres días de trabajo de los delegados en la capital, sino a un proceso que se inició, hace más de 15 meses, con el  debate sindical a lo largo y ancho del país e incluyó  la amplia y democrática discusión del anteproyecto del Código de Trabajo, aprobado en la Asamblea Nacional el pasado mes de diciembre.
Igualmente el Congreso obrero en los colectivos laborales y en las instancias de municipio y provincia llevó a cabo un profundo análisis del Documento Base en casi 66 000 asambleas de afiliados, con una participación de más de 2 millones 850 000 trabajadores enfocados en el perfeccionamiento de la labor de las organizaciones sindicales.
En el marco de los trabajos previos al Congreso conmemoramos, el pasado 28 de enero, el 75 aniversario de la fundación de la CTC, que nació como la primera organización unitaria de los trabajadores cubanos en las difíciles condiciones de la república burguesa y neocolonial y tuvo que enfrentar, durante  años, la represión y el asesinato de varios de sus líderes más revolucionarios, la mayoría comunistas, entre ellos el aguerrido dirigente sindical azucarero y militante comunista Jesús Menéndez, fundador junto al inolvidable Lázaro Peña de esta organización.
Las presentes y futuras generaciones de dirigentes sindicales deben nutrirse del valioso legado que encierra la vida y obra del Capitán de la clase obrera, merecido apelativo que Lázaro Peña supo ganarse entre los trabajadores cubanos, forjador y ferviente defensor de la unidad de las fuerzas revolucionarias antes de la Revolución y tras el triunfo, quien acogiendo como propia la línea de Fidel, se consagró en la organización y brillante conducción del histórico XIII Congreso de la CTC, en 1973.
A diferencia de congresos anteriores que se concentraban en el análisis y discusión de temas específicos y generaban propuestas de modificaciones puntuales a la legislación existente en el ámbito laboral, este XX Congreso tuvo la ventaja de contar con los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados en el Sexto Congreso del Partido, así como los objetivos de trabajo  acordados en su Primera Conferencia Nacional.
La etapa preparatoria del Congreso puso de manifiesto el apoyo mayoritario de la clase obrera al rumbo trazado para la actualización de nuestro modelo económico, al tiempo que se expresaron con claridad las insatisfacciones por la lentitud con que se aplican en la base determinadas decisiones aprobadas por el gobierno, en ocasiones sin haberse creado las condiciones apropiadas y brindado la argumentación e información oportunas, ni ejercido el debido control sobre su implementación.
A pesar de lo sensible y compleja que resulta la cuestión del sistema salarial vigente en la economía estatal, no puedo dejar de abordarla, aunque otras veces me he referido a este tema.
Coincido plenamente con ustedes en que el actual sistema salarial no se corresponde con el principio de distribución socialista “de cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo”, o lo que es lo mismo, no garantiza que el trabajador reciba según su aporte a la sociedad.
También es cierto que el salario no satisface todas las necesidades del trabajador y su familia, lo que genera desmotivación y apatía hacia el trabajo, influye negativamente en la disciplina e incentiva el éxodo de personal calificado hacia actividades mejor remuneradas con independencia del nivel profesional requerido. Asimismo, desestimula la promoción de los más capaces y abnegados hacia cargos superiores, a consecuencia del dañino fenómeno de la “pirámide invertida”, que se traduce en que, generalmente, a mayor responsabilidad menor ingreso personal.
Al propio tiempo, hemos adolecido de un enfoque integral en la aplicación de la política salarial y de estimulación, lo que condujo a la aprobación puntual a lo largo de los años de disímiles sistemas de bonificación extrasalarial en sectores y actividades, que no en todos los casos están vinculados con el resultado del trabajo y al incremento de su productividad.
Tampoco podemos olvidarnos de casi un millón 700 000 ciudadanos que dedicaron decenas de años al trabajo y hoy disfrutan del derecho a su merecida jubilación, cuyas pensiones son reducidas e insuficientes para enfrentar el costo de la canasta de bienes y servicios.
Al constatar esta cruda realidad, en cuya solución integral no hemos dejado de trabajar intensamente, no podemos sembrar en nuestra población falsas expectativas a corto plazo.  Sería irresponsable y con efectos contraproducentes disponer un aumento generalizado de los salarios en el sector estatal, ya que lo único que causaría es una espiral inflacionaria en los precios, de no estar debidamente respaldado por un incremento suficiente de la oferta de bienes y servicios.
Hacer eso parecería fácil, se aplica en muchos lugares del mundo, incluso en la rica Europa, en algunosde sus países en crisis, es la fórmula neoliberal que se ha aplicado en varias regiones del mundo para preservar y multiplicar la fortuna de los más ricos y condenar a la marginalidad a millones de habitantes del planeta.
Aunque lo he expresado en otras ocasiones no es ocioso y mucho menos ante el Congreso obrero, reiterar que en la Cuba revolucionaria nadie quedará desamparado y no habrá espacio para las denominadas terapias de choque contra el pueblo. Ninguno de los cambios que realizaremos podrá jamás atentar contra las conquistas sociales fruto de la Revolución.
Si el salario medio crece más rápido que la producción de bienes y servicios, los efectos para la economía y el pueblo serían fatales, ello equivaldría a “comernos” el futuro, aumentar irracionalmente la deuda externa y, en definitiva, engendrar inestabilidad en la sociedad cubana a causa de una inflación galopante que destruiría la capacidad adquisitiva del salario y las pensiones.
Tengamos presente el principio esencial de que para distribuir riqueza, primero hay que crearla y para hacerlo tenemos que elevar sostenidamente la eficiencia y la productividad.
En este tema dejo aparte los servicios médicos, que sí se les aumentará el salario próximamente, por cuanto el ingreso fundamental del país en estos momentos obedece al trabajo de miles de médicos prestando servicios en el exterior.
En la misma medida en que avancemos en este propósito, se irán conformando las condiciones para mejores salarios y pensiones.
Precisamente a ese fin van encaminadas las decisiones ya adoptadas por el gobierno, y otras muchas en estudio, para suprimir gradualmente las diversas trabas que subsisten en la gestión del sistema empresarial, sobre las cuales ustedes recibieron una amplia información.
Ese es también el objetivo fundamental del proceso de eliminación de la dualidad monetaria y cambiaria cuya etapa inicial de preparación de condiciones se encuentra en marcha y en la cual se prevé desplegar un sistema salarial flexible y consecuente con el ya mencionado principio de distribución en el socialismo.
En medio de estas circunstancias y en cumplimiento de los acuerdos del Sexto Congreso del Partido, se ha propiciado el crecimiento de formas de gestión no estatal en nuestra economía, cuyos trabajadores reciben ingresos significativamente superiores a los del sector estatal, ya sea presupuestado o empresarial.  Esta realidad, que a nadie sorprendió, no puede conducirnos a generar estigmas contra los trabajadores por cuenta propia y cooperativistas, quienes en su mayoría se han afiliado al movimiento sindical, se atienen a lo establecido y cumplen con sus obligaciones tributarias.
Ahora bien, no ignoramos que este factor objetivo añade presión a las aspiraciones de los trabajadores estatales, contenidas durante años, de ver incrementados sus ingresos lo antes posible.
Nunca debemos olvidar que el sistema económico que prevalecerá en la Cuba socialista, independiente y soberana, continuará basándose en la propiedad de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción y que la empresa estatal es y será la forma principal en la economía nacional, de cuyos resultados dependerá la construcción de nuestro socialismo próspero y sostenible.
Por tanto, el proceso de actualización del modelo económico y social va dirigido a crear las condiciones que permitan el incremento sostenido y sustentable del ingreso de los trabajadores estatales y a la vez preservar las conquistas sociales de la Revolución.
En estas circunstancias crece el papel del movimiento sindical cubano y las importantes misiones que le corresponden:  por una parte, organizar, integrar y movilizar a los trabajadores en interés de la formación de valores laborales, patrióticos y morales, y por la otra, representarlos y defender sus derechos ante la administración en un clima de exigencia mutua.
Para alcanzar este objetivo la labor sindical debe despojarse de formalismos y de la vieja mentalidad, surgida a lo largo de años de paternalismo,  igualitarismo, gratuidades excesivas y subsidios indebidos.  Sabemos que hay magníficos compañeros que todavía sienten nostalgia por tiempos pasados, cuando en los duros momentos del inicio del período especial nos vimos obligados a implementar soluciones emergentes; no obstante, es preciso superar viejos hábitos y la barrera psicológica asociada a ellos para comprender que jamás retrocederemos a aquella función del sindicato como distribuidor de estímulos de diversos tipos.
La CTC y sus sindicatos deben concentrarse en lo esencial, que es ejercer su actividad en interés de la implementación exitosa de los Lineamientos y desarrollar un trabajo político-ideológico diferenciado y abarcador en defensa de la Unidad de los cubanos, teniendo en cuenta que su labor se complejiza en condiciones de un creciente sector no estatal en la economía, donde no son aplicables los métodos y el estilo tradicionalmente utilizados en el sector estatal, los que por demás, también deberán perfeccionarse.
En este sentido debemos tener en cuenta la imperiosa necesidad de fomentar y atraer la inversión extranjera en interés de dinamizar el desarrollo económico y social del país, propósito en el que avanzamos con la creación de la Zona Especial de Desarrollo de Mariel y en la elaboración de un proyecto de Ley sobre la Inversión Extranjera, que someteremos a la Asamblea Nacional el próximo mes de marzo.
La labor sindical en las empresas mixtas o de capital extranjero lógicamente se diferenciará, no en su esencia, pero sí en la forma de la que hemos practicado hasta hoy y para ello hay que prepararse desde ahora.
En particular se hace necesario potenciar el vínculo permanente de los cuadros sindicales con las organizaciones de base, su participación en las asambleas de afiliados y la atención a los jóvenes que se inician en la vida laboral, para lo cual deberá asegurarse la preparación previa y el conocimiento de la situación concreta de cada lugar en interés de influir en la labor político-ideológica y productiva con los trabajadores.
También es imprescindible asegurar la permanente capacitación y superación de los cuadros sindicales en cuanto al contenido y alcance de las políticas y medidas que se van aprobando en el marco del proceso de implementación de los Lineamientos, dominar la nueva legislación, de modo que cuenten con la información requerida para esclarecer dudas, supervisar su cumplimiento, alertar oportunamente sobre cualquier desviación y sumar a los colectivos laborales a su materialización práctica.
Esta dirección de trabajo cobra mayor relevancia cuando observamos el alto grado de renovación en la dirección de los ejecutivos sindicales en la base, casi el 44%, mientras que se renovó el 35% de los secretarios generales de secciones y burós sindicales y el 17% de ellos son jóvenes menores de 30 años.
Igualmente, desde el anterior congreso se ha producido una significativa renovación en los cargos principales de la CTC y los diferentes sindicatos. Hoy nos acompaña el anterior Secretario General, compañero Salvador Valdés Mesa (Aplausos), quien en virtud de su relevante labor fue promovido a Vicepresidente del Consejo de Estado y en su condición de miembro del Buró Político del Partido se ha mantenido muy al tanto del desarrollo de este evento.
Creo justo reconocer, asimismo, la activa labor desplegada en los últimos ocho meses, al frente de la Comisión Organizadora, por el compañero Ulises Guilarte de Nacimiento (Aplausos), a quien ustedes eligieron hoy como nuevo Secretario General de la CTC.
Antes de finalizar debo referirme a los acontecimientos que tienen lugar en la hermana República Bolivariana de Venezuela.  Hemos condenado enérgicamente los incidentes violentos desatados por grupos fascistas, que han ocasionado muertes, decenas de heridos, ataques a instituciones públicas y destrucción. Sabemos, por experiencia propia, quiénes están detrás, financian y apoyan esas brutales acciones para derrocar al gobierno constitucional venezolano.
Estos hechos confirman que dondequiera que haya un gobierno que no convenga a los intereses de los círculos del poder en Estados Unidos y algunos de sus aliados europeos se convierte en blanco de las campañas subversivas.  Ahora usan nuevos métodos de desgaste más sutiles y enmascarados, sin renunciar a la violencia, para quebrar la paz y el orden interno e impedir a los gobiernos concentrarse en la lucha por el desarrollo económico y social, si no logran derribarlos.
No pocas analogías pueden encontrarse en los manuales de guerra no convencional, aplicados en varios países de nuestra región latinoamericana y caribeña, como hoy sucede en Venezuela y con matices similares se ha evidenciado en otros continentes, con anterioridad en Libia y actualmente en Siria y Ucrania.  Quien tenga dudas al respecto lo invito a hojear la Circular de entrenamiento 18-01 de las Fuerzas de Operaciones Especiales norteamericanas, publicada en noviembre de 2010, bajo el título “La Guerra no Convencional”.
Ahora mismo en Ucrania están ocurriendo acontecimientos alarmantes.  La intervención de potencias occidentales debe cesar, para permitir al pueblo ucraniano  ejercer de forma legítima su derecho a la autodeterminación.  No debe ignorarse que estos hechos pueden tener consecuencias muy graves para la paz y la seguridad internacionales.
Hemos expresado y ratifico hoy aquí, nuestro pleno apoyo a la Revolución Bolivariana y Chavista y al compañero Nicolás Maduro (Aplausos), quien con inteligencia y firmeza ha manejado esta compleja crisis.
Albergamos la convicción de que el pueblo venezolano sabrá defender sus irreversibles conquistas, el legado del Presidente Hugo Chávez y el Gobierno que eligió libre y soberanamente, como expresa nuestra Declaración del pasado día 12 de febrero.
Compañeras y compañeros:
Considero que hemos efectuado un magnífico Congreso obrero, que sienta pautas para el futuro del movimiento sindical cubano, ya que las cuestiones analizadas tocan muy de cerca el papel de la CTC y sus sindicatos en el proceso ideológico, político y económico de la Revolución.  Por tal motivo, en nombre del Partido Comunista y del Gobierno Revolucionario felicito a nuestra clase obrera y a todas y todos los que han participado directamente en este XX Congreso (Aplausos).
En este sentido, creo apropiado recordar un fragmento del discurso de Fidel al clausurar el histórico XIII Congreso hace algo más de 40 años, cuando expresó, cito:
No se impone un punto de vista, se discute con los trabajadores.  No se adoptan medidas por decreto, no importa cuan justas o cuan acertadas puedan ser… las decisiones fundamentales que afectan a la vida de nuestro pueblo, tienen que ser discutidas con el pueblo y esencialmente con los trabajadores”. Fin de la cita.
Así, como nos enseñó Fidel, lo continuaremos haciendo,
¡Viva la clase obrera cubana!  (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
Muchas gracias (Aplausos).