Columnas

Thursday, September 04, 2008

En Cuba; Con el huracán Gustav batieron tornados de solidaridad

Por Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@ahora.cu
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Ahora leí en un despacho que “disidentes” piden solidaridad con damnificados del huracán Gustav, de primer momento podría parecer un gesto ante tanto dolor, pero es la habilidad para aprovechar una situación de inmenso sufrimiento para lograr la publicidad y aparecer ante el mundo rodeado de nobleza.
Desde el mismo primer momento en que Gustav asomó por el Oriente Cubano batieron tornados de solidaridad. Los mismos vecinos, sin ánimo de publicidad, acogieron a quienes más lo necesitaban y las autoridades, en representación de su Revolución, pusieron, como siempre, todos los recursos en función de los más afectados. Podríamos poner uno solo ejemplo: Cuba: rescatan a cinco pescadores que naufragaron por el huracán.
Antes tal situación la Revolución Cubana no escatimó en más mínimo recurso y al conocerse la desaparición de los pescadores, humildes hijos de la nación, partieron 36 embarcaciones, tres helicópteros y dos aviones en busca de los compañeros. Esa es una práctica que caracteriza nuestra ética, de jamás dejar abandonado a su suerte a nadie.
Ya cuando la travesía del Yate Granma en el ya lejano 1955, cuando con 82 hombres, encabezado por Fidel Castro, salieron de Tuxpan hacia Cuba , cayó al agua el compañero Roque, la embarcación sólo continuó cuando apareció, sin importar los riegos.
En los 50 años de Revolución jamás un compañero ha quedado abandonado a su suerte. Es una práctica que conocen muy bien los cubanos y como sabían que lo recatarían, a cualquier precio, aún desafiando al todo poderoso Gustav, esos cinco abnegados hijos de la Patria, confiaban en el milagro hasta que vieron aparecer a sus salvadores, cerca de la Ciénega de Zapata, al sur de la provincia de Matanza..
Ellos sobrevivieron flotando 27 horas aferrados a un remo y luego asidos al faro de una boya, en medio del mar embravecido y con uno de ellos Osniel Cánovas, patrón de la embarcación accidentada y quien pasó las peores experiencias: “Creí que me moría abatido por una hipoglicemia.
Allí entre ellos mismos practicaron la solidaridad, en ningún instante dejaron solo a su Patrón y ni aún en espera de un desastre prevaleció el sálvese quien pueda. A Osniel, uno de sus compañeros le dio boca a boca y masajes.
Y en los momentos más críticos tres de los pescadores subían a los bordes de la boya, turnándose con otros dos que debían quedarse en el agua, a pesar del cansancio, sueño, calambres, alucinaciones, vómitos, mareos, picadas de bichos y el temor lógico de ese instante.
“Siempre dijimos que nos salvaríamos los cinco juntos”, exclamaron al llegar en la madrugada del martes al puerto de Surgidero de Batabanó, 70 kilómetros al sur de la Habana.
Según los testimonios el barco Langostero 100 (12 metros de largo por 4 de ancho) naufragó el viernes, cuando la tripulación ya tenía orden de regresar a puerto ante la inminencia del huracán. Como el mar ya estaba encrespado, quisieron refugiarse en un cayo, pero la soga del ancla se le partió al igual que el cable de gobierno del barco y quedaron a la deriva.
El barco zozobró y "no tuvimos otra alternativa que lanzarnos al agua, únicamente con unos salvavidas y flotaron con el remo hasta que encontraron un pequeño Faro de Navegación (en una boya).
Los familiares de los cinco pescadores, en su pequeño pueblo de Surgidero, fueron evacuados sin saber la suerte de los suyos. Luego todos festejaron y brindaron por la Revolución, por Fidel, Raúl y dieron viva a la solidaridad, a la verdadera solidaridad, la que nace de los principios y es doctrina siempre de los cubanos.

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